viernes, 21 de junio de 2013

El aprendizaje de la ortografía

EL APRENDIZAJE DE LA ORTOGRAFÍA

Artículo de opinión

El aprendizaje de la ortografía no es sólo el aprendizaje de un contenido o materia, sino más bien un proceso que va gradualmente desarrollándose y que culmina con la escritura correcta de nuestro idioma en forma habitual, es por esto que la enseñanza de la ortografía debe estar integrada por nosotros, los profesores, a las actividades lingüísticas propias de la lengua y no como materia aparte, en donde dicha enseñanza de  debe ser permanente y cualquier ocasión es aprovechable en tal sentido.


 La responsabilidad de su enseñanza no recae tan sólo en el profesor de lenguaje, también deben ser responsables los otros docentes, a ellos no les corresponde la enseñanza sistemática de la ortografía, pero sí destacar en el pizarrón la escritura de ciertas palabras, pronunciando bien y corrigiendo formativamente.

En la ejercitación ortográfica, el educador debe agotar sus medios para que el alumno identifique y solucione el problema ortográfico en lo que respecta a lo visual, gráfico, auditivo y oral, en donde el tratamiento ortográfico debe surgir como una actividad derivada del estudio de la lengua, especialmente de la lectura, en donde el profesor debe propender a lograr que el alumno adquiera patrones ortográficos, a través de recursos auditivos, visuales y motrices, los que deberán reiterarse hasta conseguir el hábito de la escritura correcta y no la memorización.

 La ortografía  es relevante porque rige las normas lingüísticas y apoya o sustenta a la lengua por ende al habla. Si no existiera un soporte como base nada estaría estructurado y en las presentaciones, trabajos o informes muy poco sería comprensible y decodificable. El aprendizaje de la ortografía no debe dejarse y entenderse como arcaísmo sino más bien, nutrirlo y abordarlo desde una perspectiva correspondiente que facilite y no bloquee la disposición de los alumnos, ya que los prejuicios de las reglas ortográficas son considerados un problema para los estudiantes.
Textos multimodales, textos descontinuos, texto contextualizados, textos creacionista; existe gran variedad de opciones para el abordaje del aprendizaje ortográfico, aprendizaje por error, aprendizaje por memorización, aprendizaje por aplicación o situado: todas son puertas que abren la opción de trabajar estas reglas desde una perspectiva innovadora, didáctica y mucho más atractiva que desbloquea al estudiante al estancamiento y negación para practicar en sus escritos cotidianos (chat, cartas, entre otros) o simplemente en sus cuadernos de clases las reglas ortográficas.

  De tal forma que las consecuencias de una buen desempeño en la aplicación de la ortografía además de enriquecer el conocimiento del estudiante permite acrecentar el autoconcepto de este, pues el proporcionar aprendizajes que fueron considerados nulos en sus cogniciones siempre nutre la autodefinición por sentirse capaz de hacer algo que se creyó difícil o de alta complejidad.



  El aprendizaje de la ortografía es relevante puesto que sostiene la norma de la lengua de una comunidad, sociedad o cultura. Permite establecer una marco que guía la interacción cordial y empática entre sujetos activos dentro de la escuela y perteneciente a una sociedad lo cual repercute de manera exitosa en todo ámbito o área inherente a la formación profesional dando cabida a la incorporación del ámbito personal y cotidiano, dependiendo desde la perspectiva u oportunidad que el docente le otorgue a la ortografía frente a los alumnos.

El desarrollo del gusto por la lectura en los alumnos

El desarrollo del gusto por la lectura en los alumnos
Artículo de opinión
Hoy en día el nivel de lectura de nuestro país se encuentra en crisis, debido a que la mayoría de los estudiantes no les gusta leer, viéndose reflejado desde los niveles más bajos hasta la educación superior. El primer comportamiento que adoptan los alumnos ante la lectura es la pereza mental al querer hacer el mínimo esfuerzo posible y el segundo comportamiento, es la falta de interés en el tema que se les propone, haciéndose evidente la actitud de éste, en donde se ve obligado a hacerlo de malas ganas, como si fuera un castigo por el profesor, por lo tanto lo hace de manera rápida y sin ninguna comprensión del tema.    
Para poder lograr aquel gusto por la lectura se debiese favorecer a nuestro alumnos que sean curiosos, que puedan preguntar y que observen, así ellos se harán preguntas, buscarán respuestas y querrán conocer nuevas historias. Para esto se debe adquirir un ambiente armónico y propicio para la lectura, en donde puedan leer y ser escuchados con respeto por sus compañeros, para que así disfruten como individuos o como parte de un grupo lo fascinante de la lectura.

Para que lean deben sentir la necesidad de hacerlo; hacerles sentir que la experiencia puede ser agradable, divertida y emocionante. Es por esto que nosotros los profesores tenemos la obligación de introducirlos en aquel universo fascinante que contiene la literatura, en donde los propios alumnos pueden ser los protagonistas, en donde debemos permitir que sean ellos los encargados de buscar y elegir, como primera forma de motivarlos al gusto de leer.

Debemos tratar a la lectura como la lectura es fuente de conocimientos. La falta de lectura, por el contrario, adormece el espíritu y la inquietud intelectual. Pero, tampoco es suficiente con ser un devorador de libros, ya que se puede leer mucho pero mal. Es decir: siempre se debe buscar, mediante el consejo de alguien o guiados por el propio sentido común, las lecturas que favorezcan el desarrollo personal, que son todas aquellas que no están reñidas ni con la moral ni con la ética, ni menosprecien el valor individual de las personas ni sus creencias.

La falta del hábito de lectura repercute necesariamente en el trato con los demás. Quien no hace más ver las caricaturas del periódico, difícilmente pueda transcribir en palabras lo que le dicta su corazón cuando quiere expresar su amor. Reinará una especie de «parquedad sentimental», caracterizada por escuetas líneas y frases hechas repetidas una y otra vez, hasta despojarlas de su intenso significado por el abuso de su presencia en los labios del amante.

El gusto por la lectura es gustar de disfrutar más de la vida, de compartir en palabras las experiencias vividas y en saber transmitir las propias con la justa mezcla, cual recete perfecta, de sentimientos, emoción y vocablos. Leer significa ir más allá de nuestro estrecho mundo personal y adentrarnos en el otro, en crecer en empatía, estar con el otro y desde el intercambio fructífero de ideas, poder decir, al final del día, que hemos aprovechado el tiempo, al menos por haber leído unas líneas de nuestro autor preferido.



Se debe comenzar por contenidos fáciles, acordes con la capacidad lectora del estudiante para ir progresivamente avanzando hacia niveles de exigencia superiores. Si empezamos exigiendo demasiado o los contenidos no reclaman el interés del menor, probablemente no le tome ningún gusto, o lo que es peor, le genere aversión. También se tiene que plantea siempre como una actividad gratificante y lúdica, favoreciendo que el estudiante no lo vea como una obligación.

Artículo de opinión


EL aporte de la técnica de WebQuest
Artículo de Opinión

Los WebQuest son conocidos por ser una aplicación de las estrategias de aprendizaje, un aprendizaje que se realiza por descubrimiento, éste es guiado hacia el proceso de trabajo que desarrollarán los alumnos y a su vez funciona como un recurso didáctico para nosotros los profesores, ya que nos permite desarrollar las habilidades de manejo informático y el desarrollo de competencias que son relacionadas con la sociedad de la información, en la cual nuestros alumnos cada día que pasa se encuentran más insertos dentro de éste mundo, que es reconocido actualmente como un mundo globalizado.

Ésta aplicación es reconocida por ser una actividad de investigación en la que la información con la que interactúan los alumnos proviene de forma total o parcialmente de recursos de la Internet, en donde podemos, nosotros los profesores, presentarles un escenario y una tarea, en donde integramos un problema que deben resolver o también un proyecto que puedan crear.

Los alumnos mediante el WebQuest pueden disponer de recursos de la Internet para que puedan analizar y sintetizar la información que seleccionen y así podrán llegar a sus propias conclusiones, las que formarás a través de las diversas soluciones que logren establecer, pudiéndose de esta forma fomentar el trabajo en grupo, en donde adoptarán cada unos de sus integrantes un rol determinado.

Considero que ésta aplicación es una actividad didáctica, en donde se puede proponer una tarea factible y atractiva para los alumnos, ya que contempla el desarrollo de diversas habilidades, tales como: análisis, síntesis, comprensión de lectura, creación, juzgar y valorar aquello que necesitan para el buen desarrollo de su trabajo. Dándonos la posibilidad de tratar aquellos aprendizajes esperados difíciles de alcanzar por aquellos alumnos desinteresados y desmotivados por el aprendizaje.

 También nos da la posibilidad de seleccionar aquel material valioso, que quizás los alumnos no lo consideren a la hora de hacer su trabajo, dándole pequeñas orientaciones a la ora de escoger su material, pero de igual forma contribuye con el desarrollo de las competencias para el manejo de la información, incorporando aquellas habilidades como las de encontrar y validar la información significativa.

Por último, puedo agregar es que una WebQuest se concreta siempre en un documento para los alumnos, normalmente accesibles a través de la web, la que puede ser compartida con otros profesores, una vez que es publicada en la Internet. Esto nos ayudará a poder establecer contactos con otros alumnos y/o profesores que soliciten consejos útiles para dicha aplicación, ampliando el aprendizaje y compartiendo experiencias a la misma vez.

  

La Comunicación y sus funciones

Video "El origen del Teatro"


El siguiente documental es una recopilación de información de diferentes fuentes en relación al "El origen del Teatro", presentando de una forma práctica y sencilla para la fácil comprensión de los niños y niñas. Éste documental consta de videos extraídos de YouTube. 

Guía de Estudio verbos, tiempo simple y compuesto - modo indicativo

GUÍA DE ESTUDIO

VERBOS, TIEMPO SIMPLE Y COMPUESTO MODO INDICATIVO


UNIDAD: Conociendo los verbos, tiempo simple y compuesto.

SUBSECTOR: Lenguaje y comunicación

OBJETIVO FUNDAMENTAL: Reconocer las estructuras de las oraciones simples en función de la comprensión y producción de textos.

APRENDIZAJE ESPERADO: Reconocer en oraciones los verbos en tiempo simple y compuesto en modo indicativo.

NIVEL: Octavo año básico

NOMBRE:______________________CURSO:__________FECHA:______


Tiempos verbales



  • Lee el siguiente párrafo:




"Carlos notó que el ruiseñor se había lastimado la patita. Para curarlo, el niño buscó la misma medicina que su mamá le había puesto cuando se cortó un dedo". 







  • ¿Qué diferencias notas entre los verbos destacados?


El modo indicativo puede conjugarse en cualquier persona. Presenta cinco tiempos simples y cinco compuestos. Se llaman formas simples a aquellos tiempos verbales en los cuales solo es necesaria una palabra para formar el tiempo verbal. En las formas compuestas se necesitan dos palabras para producir una única forma verbal. La primera se denomina auxiliar, y debe ser siempre una forma conjugada del verbo haber. La segunda palabra de los tiempos compuestos se llama auxiliado, y debe ser siempre un participio (terminación ado e ido).

En sus formas simples, los tiempos son los siguientes:


  • Presente: Los verbos conjugados en este tiempo refieren a una acción que ocurre ahora, es decir, en el momento de la enunciación.
  • Futuro: Los verbos conjugados en este tiempo refieren a una acción que ocurrirá después, es decir, será posterior al momento de la enunciación.

  • Pretérito: Los verbos conjugados en este tiempo refieren a una acción que ocurrió antes, es decir, es anterior al momento de la enunciación. Hay tres tipos de pretérito que es necesario diferenciar:

·                   Pretérito perfecto simple, se refiere a un hecho pasado que se encuentra terminado, la acción ocurrió una sola vez y se terminó.
·                  Pretérito  imperfecto,  se refiere a acciones que habiendo ocurrido también en el pasado, continúan, ocurrieron varias veces y siguen, ocupando varios momentos del pasado.
·                  Pretérito condicional tiene que ver con acciones que dependen del cumplimiento de una condición en el pasado, por eso se dice que es el futuro de un pasado.

Las formas compuestas del modo indicativo se ubican en una perspectiva temporalmente anterior a las formas simples. Así en lugar del presente” hablo” vamos a tener el pretérito perfecto compuesto “he hablado”; en lugar del pretérito perfecto simple “hablé”, el pretérito anterior “hube hablado”; en lugar del pretérito imperfecto “hablaba” el pretérito pluscuamperfecto “había hablado”; en lugar del pretérito condicional “hablaría” el pretérito condicional anterior “habría hablado”; y en lugar del futuro “hablaré” el futuro anterior habré hablado.

EJERCICIOS:

1.  Subraya el verbo en cada oración. Escribe al lado de cada oración si el verbo es simple o compuesto.

a) Carlos y su familia respetan los animales. ___________________
b) La familia había vivido en una finca de Lares. _________________
c) Natalia había viajado a las montañas. ____________________
d) Las plantas nos dan alimento, oxigeno y sombra. _____________
e) El pajarito ha cantado toda la mañana. _________________
 f)  Andrea y yo sembramos un árbol en el patio. _________________
g) Todos escuchan el canto del ruiseñor. _____________________
h) Tú has sido siempre muy bueno con mi perro. _______________
 i)  Me gustan las rosas. _____________________
 j) Ella había querido tener un árbol de guayaba. _______________

      2.   Identificar si la forma del verbo cantar está en tiempo simple o compuesto.

      a)    Yo canto:                 _____________________________
      b)    Yo habré cantado:   _____________________________
      c)    Yo he cantado:        _____________________________
      d)    Yo canté:                 _____________________________
      e)    Yo cantaré:              _____________________________
       f)     Yo cantaría:             _____________________________


         3. Subraya el verbo en cada oración, reconociendo si es simple o compuesto


a)    …… Ella contará su secreto a su mejor amiga
b)    …… Yo cantaré en el festival del colegio
c)    …… El loro ha cantado toda la mañana
d)    …… Me gustan las flores rojas
e)    …… Yo voy a caminar a la plaza
f)     …… Yo hablé de mis primas esa tarde
g)    …… Él tenía la mejor calificación del curso





Guía de Lectura "La isla a mediodía" de Julio Cortázar

GUÍA DE LECTURA

UNIDAD: Para aprender debes comprender.

SUBSECTOR: Lengua Castellana y Comunicación.

NIVEL: NM1.

OBJETIVO FUNDAMENTAL: disfrutar de obras literarias significativas y representativas de diversos géneros y épocas, reconociendo su valor como experiencia de formación y crecimiento personal, contrastándola con las visiones de realidades propias y ajenas.

APRENDIZAJE ESPERADO: Analizar los elementos centrales del cuento (temas, personajes, ambientes)

Nombre:________________________      Curso: _______     Fecha:________________

  • Trabajar de forma completamente individual
  •  Leer atentamente el siguiente cuento

La isla a mediodía
Julio Cortázar

La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada. Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó a ocuparse de un matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato del postre, descubrió otra vez el borde de la isla. Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés. «Todas esas islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí, muéstremela la próxima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si piensas ir, las hordas estarán allí en cualquier momento, Gengis Cook vela.» Pero Marini siguió pensando en la isla, mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos para seguir el paso de esa otra irrealidad.

Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías. Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros. En la agencia de viajes le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar unos días en la isla no era más que un plan para las vacaciones de junio; en las semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo. Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo; se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un manual de conversación. Le hizo gracia la palabra kalimera y la ensayó en un cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo pegado a la ventanilla que la nueva stewardess lo trató de mal compañero y le hizo la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton. El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de vuelta el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto contra la ventanilla mientras Lucía (y después Felisa) se ocupaba un poco irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó. Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría con el dentista de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los sábados (dos veces por mes, el domingo).

Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola. La isla era visible unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.

Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba para el viaje, en menos de tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas. Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa agotaba su inglés: veinte habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios. Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire, una habitación pobre y limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.

Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con el yodo del viento. Debían ser las diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas. Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia la orilla.

El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.

Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo en la isla con Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente hacia la colina. La cuesta era escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo. Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil matar al hombre viejo, pero allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez. Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un motor.

Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se hundía a unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó impulso y se lanzó al agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado. Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía servir la respiración artificial si con cada convulsión la herida parecía abrirse un poco más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una de las mujeres. Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente. Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.

FIN

CLASE 1
  • Responde en tu cuaderno, con letra clara y cuidando la redacción y ortografía.
  •           Actividad de pre lectura :

1. ¿Cómo se titula el texto?
2. ¿A qué género pertenece?
3. ¿De qué crees que tratará el cuento?
4. ¿Qué te hace pensar eso?
5. ¿Quién es este hombre?




6. ¿Cómo interpretas la portada?




  • Actividad de desarrollo
1. Describe al protagonista
2. ¿Qué significaba para el protagonista la isla?
3. ¿Cuál era la isla?
4. ¿Cómo termina la historia?
5. ¿Qué conclusiones puedes sacar de lo leído?
6. Invéntale un nuevo final
7. ¿Qué te pareció el cuento? Justifica tu respuesta.

  •  Ampliando vocabulario. (Los alumnos trabajarán con diccionario).
Busca el diccionario las palabras subrayadas, y escribe el significado de cada una de ellas según el CONTEXTO en el que se utilizan en el cuento.

1. Óvalo
2. Arrecifes
3. Lúgubre
4. Hordas
5. Falúa
6. Babor
7. Tácito
8. Implacables
9. Insidiosas
10. Escarpada


CLASE 2

  • Crea tu propio relato en relación con esta isla. Inventa a tus personajes y lo que ocurre en la historia, el lugar geográfico debe ser el mismo al igual que sus particulares características. Debe tener la extensión de una plana.
  • Se trabajará en la sala de enlaces, donde los estudiantes transcriben su cuento afinando los detalles en colaboración del docente.
  • Finalmente imprimen sus cuentos y se pegan en los corredores del colegio.